De Walter Scott
Aviso: esta reseña puede contener trazas de destripes. Si te producen alergia, no recomendamos la lectura del siguiente texto.
Ivanhoe narra la enconada lucha de un hombre para restablecer su buen nombre y de paso el de la corona. La acción transcurre en una época convulsa, en tiempos de cruzadas, de encarnizadas luchas entre dos pueblos antaño hermanados, el sajón y el normando, y el príncipe Juan sin Tierra planea coronarse rey, aprovechando que Ricardo Corazón de León se halla luchando en las Cruzadas.
Sinopsis
Ricardo necesitará la ayuda de un caballero valeroso y ducho en el campo de batalla, y ese será Wilfred de Ivanhoe. Desheredado por su padre, desposeído de sus tierras y deshonrado, Ivanhoe tendrá ocasión de reparar las muchas injusticias de que ha sido víctima. Pero para deberá luchar a muerte en combate singular, escalar los muros de un castillo, caer herido, ser apresado, liberado por el vil Robin Hood…, y todo ello al tiempo que tiene que lidiar con dos mujeres que se disputan su amor, la judía Rebecca de York y la aristócrata lady Rowena.
Con Ivanhoe nos enfrentamos a un clásico de clásicos, padre de muchos, abuelo de demasiados. Una lectura de otro tiempo y como tal hay que encararla.
Esta es mi primera aproximación a la novela histórica y ha sido una experiencia… interesante. En ella encontramos un escritor del siglo XIX, plena era del romanticismo, narrando hechos del siglo XII, plena era de las cruzadas.
Poco se puede añadir sobre Ivanhoe que no se haya destacado ya, siendo objeto de estudio durante los últimos siglos por centenas o miles de lectores más capacitados que el humilde servidor de ustedes. Por lo que me limitaré a destacar lo que más me ha llamado la atención, ya sea de forma positiva o negativa.
Es una obra épica. Lo rezuma por los cuatro costados, esforzándose en trasladar al lector a esa época distante y distinta, donde el valor de una persona no provenía de sus actos si no de su cuna. La ascendencia, nacionalidad, raza, sexo, religión… eran los puntales que definían a la persona, rasgos identitarios azarosos e innatos que colocaban al individuo en uno de los rígidos escalones que conformaban la sociedad del momento. Me resultó duro el via crucis que sufre la pobre Rebeca por su origen y religión. Siendo el trato que sufre del más amable de los personajes, Ivanhoe, bastante reprobable a ojos de hoy.
Hay discriminación a tantos niveles que, metidos de lleno en el ambiente, es refrescante el amable contraste que supone el buen Locksley y su banda de monteros, vitales en la resolución del mayor evento de la novela, la toma del castillo de Frente de Buey, un cruel barón normando que tiene a sus súbditos aterrorizados, cuya maldad se personifica en Ulrica, una anciana secundaria pero que deja entrever de forma terrorífica sus padecimientos y que choca brutalmente con nuestra visión actual el que Cedric, uno de los buenos -siempre dentro de un universo cruel y oscuro- la rechace y maltrate verbalmente de un modo tan inmisericorde.
Y es que Ivanhoe, a pesar de ser una novela romántica, es muy cruda si obviamos los adornos y detalladas descripciones que, de nuevo, sumergen al lector en esa época. La persecución y acoso constantes que sufren los judíos, Isaac y Rebeca. El trato de Cedric, padre de Ivanhoe, hacia sus esclavos. El odio que los invasores normandos y los invadidos sajones se profesan abiertamente. Los peligros del bosque y los caminos. El poder terroríficamente absoluto del que presumen los templarios. El juicio de Rebeca, una farsa total desde el primer momento. Todo lo que ocurre, por muchas florituras literarias y armaduras brillantes que el escritor profese, no deja de recordarnos la brutalidad e injusticia que reinaban en el siglo XII si se tenía la desgracia de nacer de la madre equivocada.
Entre los aciertos, creo que podemos enumerar las descripciones, ya mentadas, el como maneja la acción, principalmente en el torneo, y su influencia en los escritores posteriores. Me sorprendí leyendo a G.R.R. Martín durante el asedio del castillo de Frente de Buey narrando la acción a través de Rebeca que le cuenta al herido Ivanhoe como van desarrollándose los acontecimientos. Recurso que el autor de Canción de Hielo y Fuego usa en alguna de sus batallas. Más fácil para el escritor sin duda.
Entre los fallos destacaría el combate final, entre Ivanhoe y el Templario. ¿Qué forma tan anticlimática es esa de zanjar un juicio por combate con la vida de Rebeca en juego? Esto deja un sabor de boca amargo, pues uno esperaba la épica justicia del caballero herido y cansado sobre el malvado -y pesado- secuestrador de la bella Rebeca.
Sin embargo, a pesar de ese final, de la terrible sensación de que la zona donde transcurre toda la acción es del tamaño de la Galaxia de Star Wars o de los océanos de Piratas del Caribe o de abusar del recurso de personaje misterioso que resulta ser un personaje superfamoso, Walter Scott quiebra el tiempo y el espacio para llevarnos al siglo XII y descubrir las maravillas pero también los horrores de esa convulsa época.

- Edición original: Ivanhoe (1820)
- Edición reseñada: Ivanhoe (Anaya, 2009)
- Autoría: Walter Scott
- Traducción: Mar Hernández de Felipe
- Género: novela histórica
En una frase:
Un romántico vistazo al siglo XII lleno de horrores humanos.
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